Miguel Hernández

martes, 25 de mayo de 2010

Conferencia sobre Miguel Hernández, con motivo del centenario de su nacimiento.

Preámbulo

A) DE COMO LLEGUÉ POR PRIMERA VEZ AL CONOCIMIENTO Y EXISTENCIA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Después de mi aventura como traductor en Milán, aterricé en un pueblecito de la costa gallega, (en la provincia de Lugo,) llamado Ribadeo.

Yo vivía en una pensión justo encima de la cafetería principal del pueblo, frente a la farmacia (La Bugaya).

Teníamos una tertulia en la cafetería todas las tardes después de comer, a la que acudían todo tipo de personajes, unos muy cultos y otros pintorescos y especiales, como era el cayo del marido de la hija del dueño del único cine que había en el pueblo. Este personaje presumía siempre de las películas que se iban a proyectar inminentemente y decía muy orgulloso: pronto podréis ver una magnífica película titulada: “LOS PUENTES SOBRE EL RIO KAGUAI”, indignado por las carcajadas de los otros contertulios añadía: el río Kaguai es tan importante como el río Maisaisaipai.

Otro contertulio pintoresco era el escultor y profesor de dibujo del Instituto Laboral que solía decir al ennumerar dacidiez, dacionce, dacidoce, dacitrece… etc.

Afortunadamente había otros contertulios muy cultos como era el caso del Juez (que pasados los años llegaría a Magistrado) que me surtía de libros prohibidos; libros que él conseguía en una librería de Santiago de Compostela, como “España” de Madariaga, y otros libros de León Felipe, etc.

Y por último acudía a la tertulia, de vez en cuando, el mancebo de la farmacia (que con el tiempo llegaría a ser un gran escritor muy conocido en toda Galicia). DANIEL CORTEZÓN.

Tanto el juez como el mancebo me trataban como un novato en conocimientos literarios contemporáneos; pero mientras el juez trataba de ponerme al día con verdadero cariño, supliendo una carencia que en realidad fue culpa de los frailes Maristas, y luego de los profesores universitarios, el mancebo se irritaba mucho y me llamaba analfabeto y otras cosas peores. Un día me trajo un paquete envuelto en periódicos viejos y me dijo en voz baja, y aparte: “Mañana sin falta me lo devuelves tal como te lo entrego y no se te ocurra hablar de ello con nadie”.

Cuando llegué a la pensión por la noche, al desenvolver el paquete me encontré por primera vez con Miguel Hernández y su libro publicado por el Socorro Rojo de Valencia: VIENTO DEL PUEBLO.

Francamente el libro me gustó mucho e incluso copié alguno de los poemas del libro, antes de devolvérselo al mancebo.

Me encontraba indignado conmigo mismo, por desconocer tanta literatura buena y llegué a comentar en mis clases del colegio la existencia de tantos autores ignorados “oficialmente”.

Un día el juez me llamó aparte y me comentó lo siguiente: “El sobrino de un individuo que era el número 2 de Falange del pueblo, comentó mis clases delante de su tío y este le advirtió que como siguiera hablando de aquellos autores, te denunciaba…”

“-Figúrate- añadió el juez, si llega el caso de encontrarte con la policía, y yo como juez, asistiendo al juicio por delitos contra la violación de la censura, y si te preguntaran qué de dónde habías sacado los libros censurados, tendrás que decir que del juez que está presidiendo el juicio”.

Así de este modo no tuve más remedio que callarme en mis clases y fue cuando empecé a escribir poemas que constituyeron mi primer libro titulado “Del llanto a la esperanza” del que destacaré dos poemas. De ambos, leeré solamente algunos versos:

LA PALABRA VESTIDA DE SILENCIO (1960-1962)
Saludo al Sol que nace cada día
Con palabras vestidas de silencio
…pero erguido…
Crece una ola de esperanza:
Un día, tengo fe, morirá
Es la piedra que nos mata.
Nuestro grito, libre, brotará
Haciendo eco en tanta calma.

El segundo poema tiene una segunda intención:

Tendrás tu luz un día, España
Y vendrá de la tierra…
Creemos y esperamos,
(No en hombres que sueñan),
En los hombres que trabajan
Y mueren pobres de vida

El libro pasó la censura, a pesar de todo, y fue elogiado por Jorge Guillén, José Luis López Aranguren y Amelia de la Torre, entre otros.

B)SEGUNDO CONOCIMIENTO DEFINITIVO Y MÁS DIRECTO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Cuando llegué al hoy Instituto Leopoldo Cano, en le Barrio de Pajarillos, comencé a frecuentar la librería de viejo “PEPE RELIEVE”, muy cerca de Fuente Dorada. La librería era visitada por los más conocidos escritores de Valladolid como José Jiménez Lozano y pintores como Félix Cuadrado Lomas entre otros.

Un día escuché como Pepe Relieve se dirigía a un señor allí presente con el nombre de EFRÉN FENOLL…

Rápidamente actuaron mis reflejos, ya que había leído biografías de Miguel Hernández y mencionaban la Tahona de los Fenoll en Orihuela… y naturalmente entre asombrado y gozoso… pregunté: ¿Usted es el Fenoll de Orihuela?... y así comenzó una amistad entrañable que se fue convirtiendo en muchas visitas a su casa y muchas charlas en la cafetería al lado de la Caja España en Fuente Dorada y posteriormente en varios artículos sobre Miguel Hernández, siendo el primero, el que leeremos a continuación ...
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Primeras vivencias juveniles de Miguel Hernández contadas por su amigo Efrén Fenoll.

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